En la época en la que vivió Edward C. Tolman, la psicología se encontraba totalmente dividida en dos corrientes. Una, en la que predominaba la escuela de la Gestalt, se preocupaba sobre todo por estudiar fenómenos mentales e internos. La otra, cuyo mayor exponente era el conductismo, rechazaba tratar de comprender cualquier elemento humano que no estuviera relacionado con la conducta observable.
Propuso un conductismo que se denominó
¨conductismo propositivo¨, el cual eliminaba la mente y la conciencia de la
psicología (tal como lo quiso Watson), pero conservaba el propósito y la
cognición como aspectos objetivos y observables de la conducta misma Este
autor, afirmaba que los pensamientos pueden entenderse desde un punto de vista
objetivo, como presentaciones internas al organismo de estímulos que no están presentes físicamente, y que además tienen la posibilidad de causar o
guiar la conducta
Una de las claves del pensamiento
de Edward C. Tolman fue su creencia de que la psicología debía ser tratada como
una ciencia natural, y por lo tanto tenía que basarse en experimentos objetivos
y replicables en lugar de en otros métodos menos fiables, como por ejemplo la
introspección.
La
principal diferencia entre el conductismo clásico y el que practicaba Edward
Tolman era que mientras el primero tan solo trataba de estudiar la conducta
observable, los experimentos del segundo tenían como objetivo entender
fenómenos más complejos y aparentemente inescrutables como el subconsciente, la memoria o
el amor.
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