Clark L. Hull fue un reconocido psicólogo americano que vivió entre 1884 y 1952 y fue presidente de la American Psychological Association entre 1935 y 1936. Este autor ha pasado a la historia principalmente por su teoría de la reducción del impulso, pero ésta no fue su única aportación a la psicología y a otras ciencias relacionadas.
Principales aportaciones al conductismo
Hull
consideraba que la psicología es una ciencia natural en toda regla, como lo son
la física, la química o la biología. Como tal, sus leyes podrían ser formuladas a
través de ecuaciones numéricas, y existirían leyes secundarias para explicar
comportamientos complejos e incluso los propios individuos.
Así, este autor procuró determinar las leyes
científicas que explican la conducta, y en particular dos aspectos complejos y
centrales del comportamiento humano: el aprendizaje y la motivación. Otros
teóricos, como Neal E. Miller y John Dollard, trabajaron en la misma dirección
que Hull para encontrar las reglas básicas que permitirían predecir la
conducta.
Por otra parte, Hull fue el primer autor en
estudiar los fenómenos de la sugestión y la hipnosis utilizando la metodología
experimental de tipo cuantitativo. En 1933 publicó el libro “Hipnosis y
sugestionabilidad”, para el cual investigó durante unos 10 años. Consideraba
que estos métodos eran fundamentales para la comprensión profunda de la
psicología.
Hull propuso en su libro “Principios del
comportamiento” (1943) la teoría del impulso, “drive” en el inglés original.
Esta obra tuvo una influencia fundamental en la psicología, la sociología y la
antropología de las décadas de 1940 y 1950, y sigue siendo una de las teorías
clásicas de referencia en la historia del conductismo y de la psicología en
general.
Hasta la llegada de Hull ningún psicólogo había
traducido los conceptos del aprendizaje (en particular el refuerzo y la
motivación) utilizando las matemáticas. Esto
contribuyó a la cuantificación de la psicología, y en consecuencia a su
acercamiento a otras ciencias naturales.
La teoría de la reducción del impulso
Según Hull, cuando nos encontramos en
un “estado de necesidad” aumenta el impulso, o la motivación, para llevar a
cabo un comportamiento que sabemos por experiencia que la satisface. Para que la conducta sea ejecutada es necesario que el hábito tenga una
cierta fuerza y que el refuerzo que se obtendrá por el comportamiento motive al
sujeto.
La fórmula que creó Hull para explicar
la motivación es la siguiente: Potencial de conducta = Fuerza del hábito
(número de refuerzos obtenidos hasta el momento) x Impulso (tiempo de privación
de la necesidad) x Valor de incentivo del refuerzo.
Sin embargo, la teoría de Hull fue
derrotada por el conductismo proposicional de Edward C. Tolman, que tuvo un mayor éxito a causa de la
introducción de variables cognitivas (las expectativas) y demostró que puede
haber aprendizaje sin necesidad de refuerzo. Tal hecho puso en cuestión la base
de los planteamientos de Hull.
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